-Capítulo 2-
Mientras apuraba la tercera copa de la noche en una
de las tabernas más viejas de la ciudad,
Daenard no dejaba de darle vueltas a lo que había visto. Muerte, cádaveres, y magia, una combinación bastante peligrosa en la ciudad de París. Simplemente pidió una cuarta copa antes de que le estallara la cabeza.
Mientras daba sorbos buscando respuestas a sus
turbias preguntas, Dae escuchó gritos en la calle.
Se levantó y salió disparado de la taberna sin pagar mientras notaba
como el alcohol le golpeaba el cerebro. El mundo a su alrededor se volvió borroso y gris, y en lo único que pudo pensar era en descubrir quien estaba
armando tal jaleo. En la calle hacía frío y nevaba un poco, pero el alcohol que Daenard
llevaba en sangre le impedía notar tales
sensaciones. Atravesó toda la calle en unas
cuantas zancadas y entró en un callejón entre edificios que presentaba un aspecto oscuro y
ruinoso. El cazador de magos chocó con una de las
paredes del callejón al no poder frenarse
después de la carrera. Rápidamente se incorporó y una criatura del tamaño de un oso se le abalanzó y lo lanzó contra un niño que lloraba en el callejón con una fuerza sobrehumana. Dae intentó levantarse pero la cabeza le daba vueltas sin parar,
el niño lloraba y daba tirones en la manga del uniforme de
Daenard mientras este enterraba la cara en la fría nieve del suelo en un intento por aclarar sus
ideas.
-El modo automático me será útil ahora- Pensó.
-Levántate, saca tu
ballesta, apunta a la criatura, dispara- Se dijo a sí mismo.
Pero pensarlo era mucho más fácil que hacerlo y
Daenard perdió el equilibrio y cayó de bruces contra el suelo. A pesar de todo pudo
sacar la ballesta y apuntar al monstruo. El cazador de magos nunca había visto nada así, era una criatura de unos dos metros de alto con un
aspecto parecido a un gorila (una de esas criaturas que se exponían a veces en el zoo de París) pero tenía la cara
completamente desfigurada y heridas por todas partes. Se parecía más a un cadáver que a un hombre.
-Ca...cadáver- Pensó Dae mientras disparaba la primera saeta de ballesta.
-¿De....de dónde has salido?- La saeta se clavó en el hombro de la criatura que ignoró el impacto y se volvió a abalanzar contra Daenard, esta vez con intención de destrozarlo.
-Levántate, empuja al niño y rueda-
Dae se levantó como pudo, le dio un empujón al niño que se encontraba de
pie a su lado y lo envió lejos de la
trayectoria de la criatura, ahora solo quedaba rodar. La criatura llegó antes de lo esperado y chocó contra las piernas de Dae mientras este intentaba
rodar para apartarse. El choque fue brutal y si no fuese por todo el alcohol
que el cazador de magos llevaba en el cuerpo, habría gritado como una niña.
Daenard salió disparado hacia la pared del callejón y por unos momentos dejó de sentir su cuerpo de cintura para abajo. Miró a la criatura y vio como dos flechas le perforaban
la cabeza. La bestia rugió y sin inmutarse se
giró a por el niño con Dios sabe qué intenciones. Dae se levantó como pudo y sacó la espada para luego clavarla profundamente en el
cuello de la criatura, la cual seguía manoteando en busca
del niño como si nada, aunque parecía que empezaba a perder las funciones motrices de su
cuerpo. El cazador de magos empujaba la espada y mantenía los manotazos de la bestia a raya mientras la calle
se empezaba a llenar de gente.
-Le he dado con dos flechas en la cabeza, ¿Porqué seguía en pie?- Decía alguien a su lado, pero Dae estaba demasiado
borracho y demasiado herido. Y simplemente, se desmayó.
La resaca del día siguiente no era tan mala al pensar que por lo
menos había despertado en su
cama, aunque estuviese rodeada de miembros del gremio de cazadores de magos, no
era el peor despertar que había tenido.
-Por fin despiertas, tenemos temas urgentes que
tratar- Dijo una voz poderosa a los pies de su cama.
-Escuche....capitán... esa criatura... eso está relacionado con el incidente del otro día, y...el niño...¿Está bien el niño?- Dijo Dae mirando a
un hombre robusto y calvo con unos ojos que harían temblar hasta al mago más temerario.
-Sí, el niño está bien. Nos ha dicho
que te demos las gracias por ayudarlo. Y sobre lo del incidente, la hermana
Marie ya se ha puesto con el caso. Lo que quiero decir es, Daenard... a pesar
de la actuación heroica que mostraste
ayer...tenemos que dejarte fuera del caso de los muertos vivientes. Buscarás al cazador Oliver y os pondréis a buscar a un piromántico que ha sido visto últimamente en los muelles- La autoridad de esa voz
era tal que a Dae le costaba rechistar y pedir que le dejasen participar en el
caso de los muertos.
-Pero...señor, yo he estado ahí....déjeme que les ayude por favor, necesito
solucionar este caso o me volveré loco. Usted ya sabe
que cuando empiezo algo me cuesta mucho parar...- La voz de Dae sonaba ridículamente pequeña ante la voz del capitán.
-Hazme caso, será lo mejor para ti. Eres un hombre sin mujer ni hijos
que ha dedicado su vida entera a la caza de los magos. Necesito que mates al
piromante, estamos en alerta máxima. Los barcos no
pueden atracar sin el peligro de que les caiga una bola de fuego encima y queme
sus existencias- Dijo el calvo capitán sin un ápice de duda.
-Como usted ordene señor, me dirigiré a las riberas del río Sena cuando pueda moverme de
esta cama- Dae se volvió a incorporar para ver
marchar a las tres personas que se encontraban en su habitación. Mientras salían, le echó una mirada a la
hermana Marie, la cual le guiñó el ojo y le dedicó una sonrisa.
Dae no sabía cómo esconder su erección y Marie soltó una carcajada que resonó por todo el pasillo mientras se iban de la casa. Hacía demasiado que Daenard el cazador de magos no
pensaba en mujeres.
Fin del capítulo 2
DarkTiryon