lunes, 7 de octubre de 2013

El día continua.

-Yo...Yo...He cambiado. No volví a tocar a ningún niño. Te lo juro.-sus lágrimas caían por su rostro.
- Seguro que has cambiado pero - se acaricia la barbilla- yo no estoy aquí para averiguarlo.-Pasa el cuchillo por el mentón del hombre.
-Nunca encontrarás la paz. Nunca. -Sollozaba como un niño.
-Yo no busco la paz. Yo busco a la escoria de este mundo para poder eliminarla.
-Tú eres la escoria de este mundo. Tú también debes morir.- Sus lágrimas ya no imploraban perdón, estaban llenas de rabia, de odio hacia esa chica que le iba a quitar la vida.
-Cuando llegue mi hora, iré a visitarte al infierno. -Se puso detrás de él, agarro su pelo con la mano izquierda y con la derecha colocó el cuchillo en su cuello.
- Busca la paz que le arrebataste a aquellos niños.
El metal iba haciéndose paso entre la carne. Poco a poco fue brotando la sangre, manchando la mano de ella y el pecho de él. La sangre bañaba su mano. El olor a sangre le taponaba la nariz. - Este dulce aroma.- Esbozó una sonrisa de victoria y retiró el cuchillo del cuello, dejando caer el cuerpo sin vida. Se agachó y limpio el cuchillo en la camisa de aquel hombre. 
Abrió la mochila, se quitó la sudadera y la guardó junto con el cuchillo.
Se puso una camiseta de manga larga y un gorro que le tapaba la frente,  y salió de aquel callejón. Ese era el primero de los doce encargos que debía realizar antes de que finalizara el mes. Ese fin estaba cada vez más cerca, más y más cerca.
Miró al cielo y vio como empezaba a llover.-Las primeras gotas del otoño. - Pensó. Dejó que éstas mojaran su rostro y volvió a andar.
La vuelta a casa iba a ser un poco extraña. Con aquel sabor amargo de no haber hecho bien su trabajo, recordando las lágrimas de aquel hijo de puta al que le había quitado la vida.- Maldito cabrón.

-Esta no es la vida que quería para ti. Yo lo arreglaré y buscaré tu paz. Te lo mereces.

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