domingo, 13 de octubre de 2013

Hoy...Ayer...Mañana...

- Algunos lo llaman arte, yo simplemente mato. Quitar la vida a alguien, no debe considerarse un arte.- le decía a aquel hombre.
Habían pasado muchos años y aquellas palabras aún resonaban en su cabeza. Aquel hombre fue lo suficientemente estúpido como para dejarse atrapar.
Ella llevaba, bastante tiempo siguiéndole los pasos pero nunca le alcanzaba.

-Lunes 10 de marzo del 2008.-

Eran las dos de la madrugada y las calles estaban desiertas. Ella en una esquina, la más oscura, con su sudadera. La capucha ocultando su rostro; contaba los segundos para atraparle.
A lo lejos se empezaba a perfilar la silueta de un hombre. Alto, robusto, de hombros anchos. Paso a paso fue acercándose hacia la chica.
-Hmmm, ese olor. Dulce y fuerte a la vez. Nunca cambiarás de perfume.- Dijo él con una amplia sonrisa.
- Hace tiempo que no uso perfume pero hoy es una ocasión especial.- Dio un paso hacia él.
Él se estiro y bostezó.- Está bien, ya me he cansado de huir. Además si me matas tú, será algo bonito, artístico, profundo.- su tono sonó áspero.
-Has sido un estúpido dejándote atrapar. Llevo dos años buscándote y perfeccionando mis formas.
-JAJAJAJA.- rió él.- Sé lo que has estado haciendo todo este tiempo. Te he estado vigilando.- dijo con una media sonrisa.
-Vaya, que curioso. No me había dado cuenta.- Ella sabía perfectamente que él la seguía. Su relación era la misma que la de un ratón y un gato.- Te dejaste muchos cabos sueltos, no creerás que he sido tan estúpida de no saber que me seguías.- Él se sorprendió.- JAJAJAJA. Que tonto, cómo pudiste pensar eso. Un hombre hecho y derecho siendo engañado por una niña de dieciocho años. ¡Pobre! Que inocente.
- Bien. Jaque mate, ¿no?-Dijo él con un tono de resignación.- ¿Cómo lo vas a hacer?
-Ya sabes, se me dan bien los cuchillos. ¿Quieres algo en especial?- a él era al único que le dejaría escoger su muerte.
-Algo rápido.
-Sabía que pedirías algo así. Qué te parecen las burbujas.
-No son agradables pero sí rápidas.
Ella se descolgó la mochila. De dentro sacó una cajita de madera con un gravado: Si vis pacem para bellum.
Abrió la caja y extrajo una jeringuilla.
- Rápido y limpio. No es tu estilo.- dijo él.
- Lo sé pero eres tú el que no quiere sufrir. Si fuese por mi, la calle  estaría llena de sangre y tú estarías retorciéndote de dolor.
El hombre se arrodillo frente a su verdugo y le dijo: quiero que sepas que yo no tuve nada que ver en lo que pasó aquella noche. No me estoy quitando culpa, porqué yo lo presencié todo y no hice nada pero quiero que sepas que no fui yo quién dio el paso.
- No me hagas enfadar y cambiar de opinión, respecto a tu muerte.- Dijo ella desviando la mirada. Los recuerdos se agolpaban en su corazón.- Tal vez hayas pedido muchas explicaciones a tus víctimas pero yo sólo necesito razones para quitar lo que ellos han quitado.
El hombre agachó la cabeza. - Acaba con esto o reaccionaré y será tu perdición.
Ella se colocó frente a él y le susurro: - Los encontraré y los mataré. Te prometo que, hoy tú eres el primero, pero no descansaré hasta haberme cargado hasta el último miembro de tu familia.- Mientras decía esto, ella iba clavando la aguja en su cuello. Una aguja fina y sin ningún contenido. Sólo una pequeña dosis de aire. Una pequeña burbuja...-No consentiré que ninguno de tus hermanos vuelva a hacer daño a nadie.
-No serás capaz, maldita enana. Tú...Demonio...Venida del infierno para limpiar la tierra...Arrastrarás la carga de todos a los que mates. Tu alma se consumirá y vivirás muerta.- Empezó a sentir un fuerte dolor en el pecho, justo en el corazón.
- Lo siento pero no desaproveches estos minutos de vida, en pensar en lo que haré. Ya no puedes hacer nada. Jajajaja.- Rió.- Estúpido...
Con la mano en el pecho, con lágrimas corriendo por su cara, fue muriendo lentamente.
Ella, de pie, observaba la imagen. Nada de sangre, limpio, sin una mancha. No le gustaba. Demasiado perfecto para ser de ella.
Recogió sus cosas y se colocó la mochila en el hombro. Entre las sombras fue recorriendo la ciudad.
Ese fue el primero de los siete hermanos. Aquellos que iniciaron todo lo que en el futuro se desencadenaría.

-Actualidad.-

- Todos cayeron y yo quedé en pie.- Pensaba mientras se pasaba las yemas de los dedos por las costillas, llenas de cicatrices.- Este es un recuerdo que debo tapar.



A veces, los recuerdos son los que te hacen decidir sobre los hechos del futuro...



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