viernes, 18 de mayo de 2012

De lo raro va la cosa.

Cada persona que conozco es un nuevo mundo.

A lo largo de mi vida he conocido a muchas personas y todas me han cautivado. Todas tienen algo que hace que me fascine por ellas. Sobretodo me fascino por las personas, que no conozco físicamente.
Esas personas si que tienen algo fascinante, que hace que me interese cada día más por ellas. Su voz, sus palabras, no se tienen algo que me engancha. Me hace pensar en como serán en una conversación cara a cara o como se comportarán en la vida real y no através de un ordenador.
Quizás fantaseo demasiado y algún día me decepcione yo sola, pero de momento con mi imagen de esas personas me conformo.


Todos tenemos algo que a los demás les confunde y hacen que pienses que eres raro, es lo de siempre: nunca se paran a conocerte y sueltan que eres raro porqué sí.
No todos los que no seguimos las pautas de esta sociedad tenemos que ser raros, bueno sí lo somos, pero entre nosotros nos entendemos. Tenemos nuestros temas de conversación, nuestros sitios de reunión y nos conocemos poco a poco según nuestros hábitos. Pero verdaderamente, ¿qué es ser raro? Yo no tengo esa respuesta, no sé lo que es raro. Supongo que será ser diferente, supongo, no lo tengo muy claro. Yo tampoco puedo definirlo con mis palabras, pues yo soy muy rara. Aunque yo me considero una especie en extinción. Ya no hay chicas como yo y si las hay, pues ¡Hola!
Volviendo a los mundos, no sabría como describir a todas las personas que conozco, pues son todas raras, son todas especiales, son todas únicas, son todas ellas, son todos ellos. Son mis mundos. Son mi gente. Son con los que puedo llorar, con los que rio, con los que vivo, con los que soy yo. Son mis virtudes y mis defectos. Son lo mejor que tengo. Tanto los que tengo cerca como los que están lejos. No sé, son mis rarezas.



Para que ser como lo demás, prefiero ser una rareza más del mundo. 
 Harmonia.

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